lunes, 29 de diciembre de 2008


Foto.Eugenio Recuenco







Ella sabía que moriría ,que debía morir sin armar ruido como una fusión de fuego negro que estalla de repente en el seno oscuro y alto de la noche,invisible al ojo humano,pero que cuando ya no está se desbarata en una especie de lágrimas de electricidad,de pequeños arañazos de luz .Entonces imagina como los niños saldrán corriendo despavoridos ,como sucedía en la feria después de los fuegos artificiales.Los niños se asustarán porque no querrán que se les queme la camisa o se les meta el fuego dentro ,muy adentro de sus pequeños cuerpecillos que sólo saben soñar con ángeles,libélulas o madres.

Tranquilos,piensa ella:- la lucidez no es contagiosa.

1 comentario:

benji castbe dijo...

gris y aplastante, tu si que eres sepia, tan sepia q a veces cambias de color y dibujas en mi una aliviada sonrisa